Mi primer viaje Musical, por Serafín Martínez

Fecha de publicación: Oct 29, 2013 9:48:36 PM

**Artículo extraido de la web de las Alcublas**

Hasta hace unos años, la mañana de Pascua era el día elegido para que los nuevos educandos de la Unión Musical Alcublana que el director considerase y creyese oportuno, ya estaban lo suficientemente preparados musicalmente, saliesen como nuevos componentes a ser nuevos músicos de la Banda.

Si esto sucedió en el mes de abril, en mayo ya realizamos nuestro primer viaje con la banda.- ¡Pero qué viaje!- A unos críos como lo éramos nosotros, todo nos llamaba la atención, era un despertar musical muy novedoso.

La salida para realizar el evento, era al vecino pueblo de Bejís. No tengo ni la más remota idea de los motivos que nos llevaron allí, ni quien contrató ni como surgió el viaje.

Comenzaré a contar algunas de las efemérides que recuerdo de ese día, desde el momento que nos encontrábamos esa mañana de domingo, esperando el vehículo que nos había de transportar al pueblo vecino. Hizo su aparición en la Cruz, un camión para el transporte de ganado (especialidad, cerdos). Lo habían limpiado y aseado esa mañana para que pudiésemos estar lo mas cómodos y a gusto posible, ya podéis imaginaros los aromas que se respiraban por aquel entorno. Lo prepararon con unos bancos y sillas para sentarnos, aunque los jóvenes lo hicieron en lo alto de la cabina. Con todo mi respeto y consideración, estoy seguro fue lo mejor y más digno que pudieron encontrar en aquellos tiempos para realizar nuestro traslado.

La llegada a Bejís ya podéis ir imaginándoosla, hace su entrada el vehículo en la Plaza del pueblo, y vamos bajando el instrumental y material como buenamente podemos, allí no existe escalerilla, ni nada parecido, un salto y pies a tierra.

Nos recibe un señor al que llaman el tío Trabuco, que creo era el organizador del desplazamiento y de los distintos actos a realizar. Dejamos los instrumentos en los bajos del Ayuntamiento, y nuestro director, el tío Joaquín Cabanes, nos dice que no nos vayamos lejos, que pronto tenemos que tocar (vamos, que no se fiaba mucho de nosotros y nos quería tener controlados). En esos momentos hacen su aparición por allí unos niños de nuestra edad, debían de ser de los mas despiertos de la población, ya de entrada se ofrecen para enseñarnos su pueblo y alrededores, así que junto a ellos, lo primero que hacemos es subirnos a lo alto de la peña, donde dicen se encuentran las ruinas del Castillo, contándonos cantidad de historias y leyendas de aquel lugar. Por descontado nos entretenemos algo más de la cuenta, sin darle mayor importancia al tiempo, y cuando bajamos ya nos estaban esperando el resto de la banda para tocar, así que ya recibimos la primera regañina del día.

La actuación consistió en interpretar unos pasodobles en la puerta del Ayuntamiento, a modo de concierto, pero ni nos sentamos, de pie, con los atriles de mano, como si fuese la continuación de la mañana de Pascua en nuestro pueblo, todavía recuerdo el título de alguno de aquellos pasodobles que tanto le gustaba interpretar a nuestro maestro, Fiel, José Iturbi, Gloria al Trabajo y que en ese día, deleitamos con ellos a todos los asistentes en aquella bonita y coqueta plaza.

De allí, ya se nos llevaron a comer, era un salón que habían preparado para la ocasión. La comida consistió en fritura, longanizas, morcillas, patatas y huevos fritos, y para postre fruta del tiempo, menú propio de aquellos tiempos.

Recuerdo que los mayores se quedaron allí en animada tertulia, y nosotros otra vez a la calle, a seguir pateándonos las estrechas y empinadas callejuelas del pueblo, esperando se hiciese la hora de la procesión en la que teníamos que acompañar al santo y a las autoridades.

Se termina el acto, nos despedimos de nuestros amigos de aventuras del día, y de nuevo al camión para devolvernos ya de noche cerrada a nuestro pueblo, los mayores pasan el tiempo que dura el viaje, comentando las distintas anécdotas vividas durante el día, y nosotros cantando y no parando ni un minuto quietos.

Llegamos a la Plaza de la Cruz, y cada uno con su instrumento debajo del brazo, nos encaminamos a nuestras casas, pues al día siguiente era Lunes y había escuela. Pero en el siguiente ensayo de la banda, los prolegómenos al mismo, consistieron en recordar, pero esta vez más tranquilos, todas las batallitas del viaje, sobre todo por parte de los músicos mayores de la banda, comparando aquella salida, con las que solían hacer ellos años atrás, a los pueblos de Torás, Canales y otros muchos que por aquel entonces no tenían banda de música.

Dedicado con todo mi cariño, respeto y admiración, a todos aquellos músicos, que están conmigo en la fotografía que recuerda ese día (y que se encuentra colgada adornando una de las paredes del musical), pero que por desgracia, ya no se encuentran entre nosotros. Gracias por todos esos viajes y momentos que pasamos juntos, nunca los olvidaré.